viernes, 6 de enero de 2017

FIGURACIONES MÍAS - FERNANDO SAVATER


Nos vuelve a deslumbrar con sus magníficos textos este insigne español, Fernando Savater, escritor y catedrático de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, nacido en San Sebastián en el año 1947, en las postrimerías del gobierno totalitario de Francisco Franco (Franquismo). Su amplia labor de divulgación y de crítica cultural lo ha convertido en un referente imprescindible para toda una generación en España, además de destacado intelectual y pensador, Savater es considerado uno de los analistas políticos más conocidos de la España contemporánea.
 
Figuraciones mías es un texto compuesto por una dualidad, contundente pero a su vez tan controvertido, está dividido en tres partes que contienen una selección de los mejores artículos de Savater sobre temas candentes, irreverentes y polémicos; que tratan en su primera parte sobre personajes un tanto admirados, o más bien, personajes que con sus huellas indelebles han dejado sucesos plausibles y dignos de mencionar  por el autor; en la segunda parte se encuentran los artículos más sobrecogedores que en ninguna otra parte del libro, con temas sobre la educación, el papel que ésta desempeña y el rol de la filosofía sobre una sociedad tan materializada producto de la crisis y de la idea de bienestar incluso a pesar de prescindir de las humanidades; y finalmente ya en el tercer y último capítulo del libro abarca temas de la ética en la ciberseguridad. Es de crucial importancia, mencionar también que se incluyen fotografías inéditas del autor, como queriendo amenizar la ardua y exquisita labor de devorar un libro. Y es vital para el entendimiento de este texto comprender que los que se exponen son artículos cargados con temas culturales transitivos, no cerrados en sí mismos, esto quiere decir que siempre nos estará remitiendo constantemente a muchos autores distinguidos, es ésta una característica bastante peculiar de lo que dice Savater deberían tener los artículos.    
            Sobre el gozo de leer y el riesgo de pensar, Savater nos invita a reflexionar sobre la educación actual sumergida en la era del internet y el papel que puede jugar en ella la filosofía, siendo de este modo, con la educación subida al tren de la tecnología, más precisamente con el internet en el volante, Savater afirma que el artículo periodístico no está en una de sus mejores etapas debido a la puesta en escena de los blogs o fórmulas parecidas de la red que si bien no atentan con la extinción de estos, sí establecen un irrefutable repertorio de marcadas diferencias que desencadenan en una lista de ventajas y desventajas para el uso del uno o del otro. Uno de los ejemplos más comunes es la irresponsabilidad del anonimato, mientras que en los artículos periodísticos el nombre del autor es un compromiso más que una obligación, en las publicaciones del internet hay el libre albedrío de ubicarlo o no. Otra de las posibles ventajas y su vez desventajas es la brevedad del texto. “Los que debemos atenernos a la estrechez de los márgenes de la prensa en papel, con sus endémicas carencias de espacio, envidiamos en ocasiones a quienes gracias a la anchura del ciberespacio, pueden extenderse casi hasta el infinito…” con estás palabra deja en manifiesto una postura con algún atisbo de cierta frustración, pero sin embargo argumenta que un articulista no debe escribir mucho por la brevedad del tiempo, en esa brevedad se encierran ciertas dosis de humanismo como el de la condición humana de la mortalidad, es decir un gran texto representa un ataque a la limitada capacidad humana de atención y al escaso presupuesto de su tiempo de vida, es por eso que los artículos de este libro están cargados en primer lugar de brevedad, en segundo lugar de estilo; un estilo estético que no es lo opuesto a la seriedad, y en tercer lugar de temas culturales transitivos; como ya se explicó anteriormente.
            A propósito, hablando de estos temas transitivos, Savater nos remite a autores, tan fastuosos como asombrosos, y en algunos casos no solamente autores, sino que también personajes históricos como es la figura de don Blas de Lezo, un hombre tanto eterno como incompleto que tras haber perdido una pierna, un brazo y un ojo, se dedicó a ganar incluso cuando tenía todo en su contra; o el caso de la magnífica Wislawa Szymborska, poetisa de un país europeo que apuró el siglo XX hasta las heces, como manifiesta Savater, un país que padeció dos totalitarismos sucesivos y un país que fue borrado del mapa en más de una ocasión, me refiero a Polonia efectivamente, esa Polonia le heredó su carácter, le dio modestia, le dio recato y le dio perspicacia, y ella a cambio nos dejó unos poemas que escudriñan y captan la atención hasta de los más desentendidos. O como no mencionar a Charles Dickens, que se dedicó a denunciar las injusticias de su tiempo, y por su tiempo me refiero al siglo XIX, al siglo de la época victoriana, al siglo de la hegemonía británica, éste era el siglo en el que Inglaterra se convertía en la reina del mundo con su gran invento, LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL, una revolución con dos caras de la moneda, la del progreso y la de la miseria y es ésta última la que va a marcar las obras de Dickens, quien va a ser el defensor de los indefensos, de los que carecían de derechos, de los que la burguesía explotaba a su antojo, de esos niños con los rostros manchados de ceniza, cuerpos famélicos y pulmones contaminados de hollín por el humo de las fábricas, esa clase proletaria será el extracto de sus obras y ¡valla obras! que marcaron el pensamiento colectivo permitiendo la concientización en masa, ya que como dice Savater, “todos los buenos escritores mejoran la literatura, pero muy pocos logran también que el mundo cotidiano sea después de ellos algo mejor” refiriéndose precisamente a este ingenioso escritor. El repertorio de autores e insignes personajes que nos muestra Savater en su libro es bastante grande, pero culminaré nombrando a uno de mis favoritos y no es ni más ni menos que el mismísimo George Orwell, fue un escritor y periodista británico, cuya obra lleva la marca de las experiencias personales vividas por el autor, apoyaba la democracia y se revolvía contra quienes decían que era “más o menos lo mismo” o “igual de mala” que los regímenes totalitarios, apoyó el socialismo, porque el capitalismo liberal que él conoció era insostenible y se oponía a los nacionalismos defendiendo el patriotismo democrático ya que decía que los nacionalismos son disgregadores, su convicción es tan macabramente perfecta que el mero hecho de escuchar su nombre eriza hasta los más diminutos cilios de mi cuerpo.
 
      Y entrando de lleno en la educación, Fernando Savater arrasa con todo gracias a sus dotes analíticos, críticos y escépticos. En “hablando de lo que queremos”, Savater afirma que lo primero que hay que hacer es prescindir de los halagos, “quienes comienzan a tratar con ellos -refiriéndose a los estudiantes- haciendo un panegírico de si autenticidad, rebeldía, altura de miras, etc., son en el mejor de los casos pésimos maestros…” porque asegura a posteriori que el educador debe encarnar el papel de conformista sólo para que el inconformismo de los jóvenes siga vías razonables. Y entonces hablando de la educación, ¿cuál sería el objetivo de la educación?, o incluso ¿para qué educar? Savater afirma que el objetivo final de la educación es desarrollar la disposición a reconocer y respetar la semejanza esencial de los humanos más allá de nuestras diferencias de sexos, etnias o determinaciones naturales, es por ello que lo que necesitamos en primer lugar es una educación que integre más no que disgregue y en segundo lugar una educación cívica y humanitaria, ya que afirma Savater que lo que se quiere es encerrarnos en una fórmula reductiva de lo práctico, ignorando de que existen tareas intelectuales sumamente provechosas aunque no sean rentables, porque educar es ante todo “cultivar la humanidad” y no sólo preparar para triunfar, porque para desventajas de muchos, se pretende reforzar las asignaturas instrumentales, lo que está bien pero a no a costa de prescindir las que sirven para reflexionar sobre los fines que pretendemos alcanzar con tales herramientas, como es el caso de la filosofía o la educación para la ciudadanía, y es que en realidad, lo que busca la filosofía no es un pensamiento que resuelva los problemas y facilite la vida, sino la búsqueda del obstáculo obviado para que la vida parezca fácil, afirma el escritor. 
      Ya para finalizar es importante reconocer la gran criticidad que tienen los artículos de la tercera y última parte del libro, acerca de la deontología de la ciberseguridad, que no es otra cosa que la ética que trata de los deberes y principios que afectan a las normas publicas establecidas, como por ejemplo la libertad de los ciudadanos y la seguridad de estos mismos y del estado, y el mundo del ciberespacio ha abierto nuevas áreas de libertad y también inéditas amenazas a la seguridad, como el robo, la piratería digital, las descargas ilegales, etc.
Es sin duda un libro que recomiendo mucho personalmente, porque gracias a éste libro y en general al escritor, pude conocer figuras y a escritores que valen la pena ser leídos. Un libro corto que se puede degustar en una tarde de Domingo, cerca siempre de la felicidad.